Por: Barbara Pessolano
La Agricultura, cuyo significado de la palabra proviene del latín “Agri”: campo o tierra de labranza” y “Cultūra:” cultivo, crianza; es una de las ramas económicas más importantes de la Argentina, no sólo satisface la demanda interna sino que además sus productos de exportación constituyen la cuarta parte del valor total de las mercancías que se venden al exterior.
En la actualidad, la diversificación productiva que caracterizaba al sector primario ha sido desplazada por el proceso de agriculturización que se define como el uso creciente y continuo de las tierras para cultivos agrícolas en lugar de otros usos o usos mixtos. En términos de Navarrete M. la agriculturización también se asocia en la pampa a cambios tecnológicos (maquinaria de siembra directa, manipulación genética de los cultivos, uso de agroquímicos, etc.), intensificación ganadera, expansión de la frontera agropecuaria hacia regiones extra-pampeanas, y fuertemente relacionado con la sostenibilidad, la tendencia hacia el desarrollo de producciones orientadas al monocultivo, principalmente soja.
La falta de planificación territorial, de acciones reguladoras a largo plazo por parte del estado, la dependencia de nuestro país con el mercado externo basada en la exportación de comodities, etc.; ponen en tela de juicio la sustentabilidad de todo el sistema productivo nacional ya que dan lugar a que la expansión agropecuaria hacia zonas marginales (no aptas para el desarrollo de éste tipo de actividades), la tendencia al monocultivo y la actuación de pools de siembra generen procesos de impacto negativo sobre el ambiente: desertificación, deforestación, pérdidas en la cantidad y calidad de suelos, erosión (hídrica y eólica), pobreza y éxodo rural, por mencionar solo algunos.
Fuente: http://www.eldiariodeazul.com.ar