Las pequeñas y medianas empresas argentinas no pueden desligarse de su compromiso con el medio ambiente. Esta responsabilidad trasciende los muros de cada empresa, planteando la obligación de responder a las preocupaciones y necesidades de las comunidades en relación con sus actividades, así como colaborar con organismos gubernamentales y no gubernamentales en la elaboración y perfeccionamiento de una legislación cada vez más adecuada a la salvaguarda de las comunidades, los locales de trabajo y el medio ambiente.
Desde luego, se debe tomar en cuenta la situación económica que afrontan, especialmente las empresas de menor tamaño, así como su desarrollo tecnológico que muchas veces atenta contra las posibilidades de insertarse de manera amplia y efectiva dentro de las novedosas formas de producción que incorporan la gestión ambiental y el compromiso social.
Es sabido que las PyMEs nacionales, antes y después de la crisis de 2001 se han desempeñado en una situación de alta incertidumbre. En medio de esta circunstancia un gran porcentaje de ellas han adoptado, antes que nada, estrategias de supervivencia en el corto plazo.
Ahora bien, si a este factor se le suma el pequeño tamaño de la firma, el cual dificulta destinar fondos para protección ambiental, puede suponerse que resulte sumamente difícil que las empresas puedan prestarle atención alguna al problema en la actualidad.
Otro aspecto importante tiene que ver con las implicancias que tendrá para la imagen de la firma la adhesión y el cumplimiento de estas normas ante la comunidad. Los principios de Responsabilidad plantean una «obligación» con las comunidades, es decir, una “responsabilidad social”, que hasta hace muy poco tiempo había sido ignorada por las pequeñas empresas por considerarla ajena a su participación en el entorno.
No cabe la menor duda, que en la medida que las organizaciones reconocen su compromiso social y ambiental, trabajan en función a la calidad y la competitividad, facilitando la penetración a mercados internacionales, que cada vez actúan con mayor exigencia en materia de exportación y respeto a normativas de aplicación mundial, que se han establecido para regular la producción y comercialización de bienes y servicios en función al desarrollo sustentable.
Las PyMEs industriales y el medioambiente
De acuerdo con diversos estudios realizados en el país, la contaminación de cursos de agua superficiales y subterráneos es el principal problema ambiental de la Argentina contemporánea. Dicha problemática parece ser el resultado de un déficit histórico en materia de servicios cloacales, de tratamiento de efluentes líquidos industriales y cloacales y de disposición adecuada de residuos sólidos. También contribuye a esta situación un bajo enforcement de las regulaciones referidas a efluentes líquidos.
En este escenario, la incidencia ambiental de las PyMEs industriales depende de varios factores, fundamentalmente del sector de actividad al que pertenecen, de la tecnología empleada, de su localización y de la presión regulatoria y de mercado en materia de gestión ambiental.
Sobre la base de la información disponible, se puede estimar que en Argentina son varios e importantes los sectores “ambientalmente sensibles” en los que, a su vez, actúan mayormente PyMEs, siendo los principales:
• Alimentación
• Frigoríficos
• Textiles
• Curtiembres
• Limpieza y tocador
• Química
• Papel, cartón y sus manufacturas
• Imprentas
• Metalurgia
Por otro lado, dado que las PyMEs se encuentran fuertemente concentradas geográficamente (en los grandes centros urbanos: Buenos Aires, Conurbano, Córdoba y Rosario) y, además, han tenido un muy bajo coeficiente de inversión por décadas -particularmente en los últimos años, signados por coyunturas recesivas y la crisis económica de 2001-, se puede suponer que su impacto ambiental es considerable.
Además, muchas PyMEs pertenecen al circuito informal, por lo que su actividad contaminante está fuera de todo control y es, por lo tanto, presumiblemente alta.
Sin embargo, aún en este escenario adverso, durante los últimos años, y de acuerdo con información proporcionada por la Dirección de Control de Contaminación de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, se han logrado avances en la incorporación de GA (Gestión Ambiental) en algunos sectores conflictivos.
La demanda ambiental
El impacto medioambiental se está convirtiendo en un asunto importante en todo el planeta. La presión para minimizar ese impacto procede de muchas fuentes: gobiernos locales y nacionales, organismos reguladores, asociaciones sectoriales, clientes, empleados y accionistas.
En Argentina, los incentivos que reciben las empresas para demandar servicios ambientales e incorporar buenas prácticas de GA pueden ser clasificados en tres categorías:
• De mercado: exigencias ambientales fijadas por sus clientes (locales o del exterior), que muchas veces contemplan la necesidad de cumplir con normas de producto o proceso de la serie ISO 14.000.
• Regulatorias: en base a las normativas nacionales, provinciales y/o municipales, se ejerce presión para el cumplimiento de dichas normas (enforcement) y/o también se canalizan reclamos a través de organizaciones de la sociedad civil (ONG, etc.)
• Normas de responsabilidad social corporativa adoptadas voluntariamente por las empresas, o “impuestas” a través de convenios con empresas transnacionales o por demandas de clientes.
La Norma ISO 14001
La ISO 14001 es una norma aceptada internacionalmente que establece cómo implantar un sistema de gestión medioambiental (SGM) eficaz. La norma se ha concebido para gestionar el delicado equilibrio entre el mantenimiento de la rentabilidad y la reducción del impacto medioambiental. Con el compromiso de toda la organización, permite lograr ambos objetivos.
La ISO 14001 contiene:
- Requisitos generales
- Política medioambiental
- Planificación de implantación y funcionamiento
- Comprobación y medidas correctivas
- Revisión de gestión
Ello significa que puede identificar aspectos del negocio que tienen un impacto en el medio ambiente y comprender las leyes medioambientales que son significativas para esa situación. El paso siguiente consiste en generar objetivos de mejora y un programa de gestión para alcanzarlos, con revisiones periódicas para la mejora continua. De este modo, se puede evaluar el sistema regularmente y, si cumple la normativa, registrar la compañía o la sede para la norma ISO 14001.
Del obstáculo a la exigencia
De acuerdo a una encuesta del INDEC realizada en el año 2003 a 1.483 PyMEs, entre los obstáculos que encontraron estas empresas para la incorporación de la GA en su funcionamiento figura:
• El alto costo de las tecnologías disponibles – 39 %
• Falta de información sobre las fuentes disponibles de tecnología – 9%
• Inexistencia de dichas tecnologías en el mercado local – 7%
• Las tecnologías disponibles no se adecuan a las necesidades de las firmas – 7%
• Inexistencia de dichas tecnologías en el mercado internacional – 2%
• Las tecnologías existentes están protegidas por patentes u otros – 1%
• Otros – 24 %
Para el responsable empresarial, ya sea influido por la creciente legislación que se va promulgando, por la concientización lograda en base a la novedad de los temas medioambientales, o por la presión social tan insistentemente ejercida en la actualidad, el ocuparse de las consecuencias ambientales de su actividad no es una alternativa, sino una exigencia indispensable para la supervivencia de su empresa.
Actualmente, la teoría del desarrollo económico compatible con la protección del medio ambiente, toma carácter de naturaleza, viniendo provocada por la mayor demanda que, como consecuencia del aumento de la población, exige un aumento de la producción agrícola e industrial.
La evidencia del deterioro ambiental deja en claro que tenemos que caminar en otra dirección a fin de asegurar que el progreso sea sostenible, es decir que “satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias” (M.T. Estevan Bolea, 1994).
Involucrarse con estas nuevas tendencias plantea grandes retos a los países en desarrollo. Pero como aspecto positivo la adopción de medidas de protección del medioambiente puede abrir para las empresas opciones productivas que, por sus características, les pueden permitir tornarse más eficientes y competitivas.